Estoy a punto de llegar a las dos semanas en Cambridge, así que creo que ya tengo la autoridad para poder contaros un poco como es la ciudad sin que podáis poner en duda mis palabras. De momento, comentaré aspectos generales de la ciudad y en otro post posterior me centraré en la búsqueda de trabajo. Repito, éste no es un blog de consejos, si hay alguien que viene buscando eso, haced clik aquí: http://bit.ly/Hk5GPF.
Cambridge no es una ciudad muy grande, y condensa la mayoría de su actividad comercial en el centro. Una zona poblada de cafeterias italianas, asiáticas paseando y gente pidiéndote disculpas cada vez que interrumpe tu trayectoria. Las tiendas no son nada del otro mundo, hablan raro, pero funcionan como todas: pagas y te llevas lo que quieras, siempre que esté dentro del precio acordado. Si paseamos un poco por el centro llegaremos a la zona de los College, que son las facultades en nuestro país.
Cada College presume de una larga tradición histórica y compiten entre ellos para ver cual ha producido mayor número de personalidades famosas. Se toman muy a pecho lo de pertenecer a un College, para ellos es un motivo de orgullo (y satisfacción) llevar los colores y escudos de su casa. Y a diferencia del sistema que lleva la UPV, cuando perteneces a un College, eres miembro de por vida, pudiendo usar los servicios que ofrecen una y otra vez.
Para identificar los edificios universitarios hay que seguir una premisa básica. Cuando veas uno, tienes que formularte la siguiente pregunta: ¿Podría ser el castillo de Harry Potter?. Si la respuesta es afirmativa, entonces enahorabuena querido lector! acabas de identificar un edificio universitario en Cambridge. Los jardines/terrenos que poseen los College son enormes (pero enormes de cagarse eh), lo que pasa que su acceso está restringido a estudiantes, salvo en algunas ocasiones que sí que se puede entrar, pero de nuevo recurrimos a Económicas II: si pagas, entras.
Los jardines del King's College, si os fijáis, en la tercera ventana desde la izquierda se puede ver a Harry
La planificación urbanística de Cambridge impide que hayan edifcios que sobrepasen las 4 alturas, algo que convierte la ciudad en un sitio más agradable a mi parecer, y el que opine lo contrario es que simplemente es gilipollas. Se parece mucho a la ciudad de Brujas, y ya sabéis todos que soy experto en asuntos belgas, incluso muchas de las casas parece que hayan conservado su fachada desde hace un siglo. Algo que le da un toque mágico a la ciudad, a pesar de que se convierte en un impedimento para los suicidas que toman la opción de saltar por la ventana. Aquí en Cambridge, si quieres suicidarte, te toca ser un poco más ingenioso.
La mejor opción para moverse por la ciudad es usar la bicicleta. Llegas a cualquier punto en un máximo de 15 minutos, no tienes problemas de aparcamiento y notas el fino tacto de la lluvia cada dos por tres. Todo ventajas oye. Por lo visto, y a no ser que haya un español cerca, no es muy habitual el robo de bicis. Así que la puedes dejar con tranquilidad todo el día en el mismo sitio sin peligro a que vuelvas y no esté tu preciado método de transporte.
Me da que de momento ya os he contado bastantes cosas sobre la ciudad. De todas formas iré explayándome según la vaya conociendo más. Lo dicho, en el próximo post: la búsqueda de trabajo.